Los espacios se cierran, mi mente se niega a aceptarlo, después de darlo todo es lo que menos espera. Las piernas me tiemblan, mis labios se tensan, mientras mis ojos se humedecen. La esperanza que nunca perdí me deja por voluntad propia ya nada me quiere cerca a sí. Pierdo conciencia de acto alguno, no quiero sentir culpabilidad después de lo que hare.
Dejare que la gente sea feliz, librare a toda dulce existencia de mí. Ahorrare el problema de huir, dejare que los inconvenientes se queden solos sin nadie a quien molestar a cualquiera menos a mí. Es una venganza dulce, sin parecer cobarde ya que solo los cobardes creen poder contra lo natural, contra lo que viene por sí solo, contra lo que decidió el destino para ti. Yo no soy cobarde, se contra lo que no puedo ir, se que tiene para mí el destino es ir más allá y dar ahí lo mejor de mí.
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